sábado, 22 de marzo de 2014

«Fantasmas», de Paul Auster






   Preciso y con sus objetivos claros, me parece un relatillo que dispara en las direcciones que quiere y que se edifica de forma aceptable. 

   Azul es un detective algo parado, expectante, quizá un detective que no termina de creer que lo es, o que le faltan cosas, le falta tomar contacto y ni siquiera tiene a su mentor, Castaño, para pedirle ayuda o amparo. Cuando Blanco llega a encargarle el caso de Negro, todo parece muy sencillo, puede que hasta simple, y no hay motivos para negarse a vigilar a Negro, para ser su sombra. Blanco le inquieta, pero ese aturdimiento no llega a cambiar el rumbo de nada, es un mero cliente y cumple con sus pagos. Ya está. 

   Todo encaja y nada sobra, cada pieza viene ajustada y quiere caer en su lugar, incluso cuando el ambiente empieza a enrarecerse y Azul empieza a hacerse preguntas y a cuestionarse y a pensar hipótesis y a dudar hasta de sí mismo, a anotar pesquisas y a ver que la historia es totalmente diferente; cuando sigue a Negro sin confiar en él pero sintiéndose a veces terriblemente identificado y otras veces como un perfecto desconocido, como un habitante de la nada que deambula por un derrotero sinuoso. Cuando la zozobra salta se pone nervioso, acecha a Negro con más descaro de la cuenta, se aleja de la prudencia de antes, incluso le traiciona la confianza que antes depositó y la sensación de copia, de imagen en el espejo que tenía, empieza a molestarle. 
   Por qué vigila a Negro, por qué lo han contratado precisamente a él, porque Negro parece no enterarse de nada y a la vez ir un paso por delante de Azul, por qué parece jugar con él, por qué Castaño se desentiende de todo, por qué Blanco parece observar desde el otro lado del telón, por qué finalmente la unión con Negro es tan intensa y volátil (quizá aquí, más que por qué, debería decir cómo o por qué no), quién es el cazador y quién la presa, quién es Negro, quién es Azul. Quién escribe la historia y quién la vive. 

   Azul se dirá, al final, por qué le ha pasado esto. Qué sentido tiene. Y quién sabe si el ruido de fondo de esa misma inquietud llenaría ese vacío y le serviría para seguir, para mantener abierta la fosa.


3 comentarios:

  1. Leí este libro hace como dos años… es buenísimo !!

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  2. ¡Tenés que completar la trilogía! El cuarto cerrado y -muy especialmente- Ciudad de vidrio son mucho mejores.

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  3. Es cierto, los tengo pendientes. Lo arreglaré pronto.
    ¡Gracias!

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