Trayendo (en una burda descontextualización) esta escritura a un presente más mundano, alterado por realidades de otro corte, casi diría eso de que en estos escritos la intuición va por delante del pensamiento, pero muy por delante; tanto las pasiones enarbolan un discurrir quizá menos técnico, de un ímpetu arrollador.
Siglo XVIII, romanticismo alemán, el escritor como volcán exaltado y la mirada hacia lo absoluto, hacia la poesía (hacia lo poético como el culmen y verdad). La conexión de la naturaleza y lo sublime como forma de trascender, de poder de estar aquí y allí, de gritar al vacío y ser escuchado. Poesía como conexión de lo particular con lo trascendental, con lo permanente y finalmente verdadero, o, más que como conexión, como reflejo o representación, pues se toma a la misma poesía como ese sentido último, como el medio, pero supongo que de alguna manera el fin, de jugar con las fuerzas de la naturaleza y con la luz y la oscuridad y hacerlas propias o acercarse uno a ellas hasta igualarse, incluso hasta igualar (a veces resignadamente y a veces llevado por la pasión) amor y muerte como un todo indisoluble.
Y ya. Todo intento de describirlo o analizarlo no es mejor que leerlo directamente.
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