jueves, 8 de enero de 2015

«Esquizorrealismo», de Alfonso García-Villalba




   Esquizo...realismo. Es real. Supongo que eso es lo que ofrece más contundencia e inquietud al conjunto, el hecho de que los caminos que recorren estos relatos se disipen en un ámbito casi fantástico u obsesivo pero mantengan un pie a este lado de la frontera, de manera que, digamos, el desdoble se produce a partir de aquí —el mundo real—, se proyecta desde este espacio que ofrece bastantes menos dudas hacia ese otro en el que las cosas se confunden y cambian, se alteran. Nos topamos con un paisaje mental desquiciado, en según qué puntos claustrofóbico, enajenado, impuesto; un lugar, tanto mental como físico, donde unas desviaciones llevan a otras y éstas a otras que a su vez desembocan no se sabe dónde. A menudo donde no se esperaba.

   Los personajes se mueven en una especie de delirio que a veces les hace pensar incluso si el mundo extraño no será el que se ha desvirtuado, el que ha quedado atrás. Este espacio lleno de recodos va adquiriendo en ocasiones una normalidad que hace sentir que ese atisbo de vida perdida no es tal cosa. Hay a veces una opresión, una imposibilidad de salir de ahí, una inercia que les hace moverse de forma casi automática, una distorsión que sugiere la pregunta por el lugar del límite de la realidad, la frontera —si la hay— que pone distancia entre ella y entre un espacio ficticio, literalmente ficticio, donde tienen cabida cosas más literarias que reales.
   No son relatos ubicados azarosamente o sin mucho sentido, sino que mantienen cierta coherencia y unión entre ellos: elementos de algunos relatos se reflejan en otros, los puntos de ese cosmos urbano que se va dibujando encuentran conexión conforme uno avanza y el libro adquiere (extrañamente) cierto sentido.


   El desierto está entre la ciudad y la playa.
   Enciendo el motor y cuando salgo de la ciudad el paisaje se sucede como si formara parte de algún decorado de una superproducción. Es lo que tiene el paisaje que, a veces, se confunde con la ficción. Sí, es un elemento más que compone la desencajada novela de la que yo también soy parte. Esa novela es como un cubo de donde es imposible escapar. Un cubo o, más bien, un cuadrado puede ser contenido en un círculo (es lo que se suele decir). Así que una esfera es como un círculo con volumen. Pensar que una novela es como un cubo de donde no puedes escapar se parece mucho al juego de las hipótesis (pero, en cambio, es real).

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