miércoles, 11 de septiembre de 2013

«Mientras agonizo», de William Faulkner

                                    «Mientras agonizo», de William Faulkner



Me encanta, me encanta esta obra y me encanta Faulkner en general.

Addie Bundren es la esposa de Anse Bundren. Cash, Darl, Jewel, Dewey Dell y el joven Vardaman, sos hijos. Y Addie agoniza, se muere a la voz de ya. Cash, frente a la ventana de su madre, sierra la madre con la que construye el ataúd. Vardaman observa o habla y pregunta y experimenta. 

Addie quería ser enterrada en su tierra, Anse así se lo prometió y, una vez muerta, tendrán que llevarla en el ataúd y en la carreta camino de Jefferson y saltando obstáculos varios.

Toda esa historia se irá contando por medio de cada uno de los personas, en forma de cortos capítulos en los que cada cual va contando el asunto. Tenemos diversos puntos de vista, intereses nobles e innobles, impresiones, recuerdos, rechazos, ramalazos de filosofía vital, digamos filosofía de a pie, humana; acabamos viendo que para cada personaje hay una personalidad y una huella bien definida, un carácter particular que les hace obrar de ésta o aquella manera, y acabarán llevando (o sufriendo) eso hasta sus últimas consecuencias. Y vemos a esos personajes pensar y actuar tanto por medio de sus propias palabras como por las de los demás personajes; la propia Addie hablará en un capítulo y desvelará ciertas cosas que irán dando forma a la historia general, y es que en Mientras agonizo cada pequeña pieza va formando un todo, cada punto va armando un cuadro que se va detallando y definiendo y analizando sin querer realmente ser analizado y resolviendo de forma lenta pero inevitable hasta el final; hasta un final extraño, o quizá no tanto, pero sí sorprendente. 

Además, Faulkner va jugando con un simbolismo que acompaña al relato de inicio a fin y que le ofrece mayor calidad, lo enriquece, y el lector se va enganchando a ello y queriendo más, queriendo ver cómo todos esos personajes se fortalecen o se despellejan entre sí y a la vez fortalecen o despellejan la historia en la que están inmersos.

Si hay obras que no pueden pasarse por alto, supongo que ésta es una de ellas.

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