Obra clásica por excelencia, archiconocida, escenario de un tema clave y objeto de cierta controversia: la libertad frente al destino.
Al nacer Segismundo murió su madre, y su padre, el rey Basilio, lo encierra tras leer en las estrellas que su hijo sería un tirano.
De pronto, y entre los versos magistrales de Calderón, nos vemos metidos en varios problemas que a menudo dan lugar a debates varios; Segismundo es encerrado antes de cometer delito alguno porque así Basilio lo creyó conveniente (¿qué delito cometí contra vosotros, naciendo?, dirá Segismundo), ¿con qué potestad priva Basilio a su hijo de la libertad?, ¿es posible conciliar de algún modo el libre albedrío con esa ¿agobiante? predestinación?
Basilio, dudando ya del cielo, decide dar una oportunidad a su hijo y ponerlo en libertad por ver si no se comporta como parece estar escrito; Segismundo, entonces, mata a un hombre y arroja amenazas con fiero carácter. Esto, sin embargo, no viene a confirmar el pensamiento de Basilio. Más tarde se verá que el pueblo viene a liberar al preso y éste restablece el orden con las armas. Para ver ese cambio veremos las (poderosamente recreadas) observaciones de Segismundo sobre la realidad el sueño, la realidad o la ficción, las sombras. Segismundo es liberado y no sabe si lo real era su anterior prisión o esta libertad, incluso, si acaso, si existe esa realidad, si debe comportarse de acuerdo a ciertos patrones responsables.
Es ésta una historia de engranaje exquisito, que va haciendo avanzar paso a paso cada subtrama hasta cerrarlas junto con la trama principal, mientras se suceden versos y golpes para no olvidar, para sacar de esas páginas y tenerlos tan presentes como lo es la obra, pues, publicada en 1635, es una obra vivísima y de actualidad.
Excelente blog literario crítico, incluso de obras clásicas. Recomendaré a mis contactos. Saludos y felicidades!
ResponderEliminarMuchas gracias, Gabi.
ResponderEliminarNos vemos pronto. Un saludote.