«Territorio comanche», de Arturo Pérez-Reverte
Pérez-Reverte mezcla aquí realidad y ficción. Una base real de sus años como reportero de guerra y otra base extraída de su sesera. Es un texto breve, duro, realista, a ratos cruel, a ratos con tintes de humor e ironía.
La trama no es gran cosa, no hay sucesión larga de tiempo; ambos protagonistas, corresponsales de TVE, se hallan cerca del puente Bijelo Polje, esperando que sea detonado por los croatas para frenar a los bosnios. La narración se mantiene con una fluidez decente, con recuerdos que los reporteros van sacando a la luz y observaciones de la situación.
Para un reportero en una guerra, territorio comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos. El suelo de las guerras está siempre cubierto de cristales rotos. Territorio comanche es allí donde los oyes crujir bajo tus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando.
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