miércoles, 2 de abril de 2014

«Metafísica de los tubos», de Amélie Nothomb





Es la primera vez que leo a Nothomb y creo que, aunque sólo sea por los manotazos salvajes que lanza entre risas escandalosas, veré más obras suyas, si no todas.

Una niña recién nacida se autoproclama Dios; más allá, es, de alguna forma, Dios. No se mueve, no habla, casi no vive, porque no hace falta; no hay motivo. Sólo vegeta, se limita a permanecer con una extraña unión con el agua.

En el principio no había nada. Y esa nada no estaba ni vacía ni era indefinida: se bastaba sola a sí misma. Y Dios vio que aquello era bueno. Por nada del mundo se le habría ocurrido crear algo. La nada era más que suficiente: lo colmaba.
(...)
Dios era la satisfacción absoluta. Nada deseaba, nada esperaba, nada percibía, nada rechazaba y por nada se interesaba. La vida era plenitud hasta tal punto que ni siquiera era vida. Dios no vivía, existía.

Vivir es eliminar, descartar, rechazar, negarse. Seguirá en ese modo de permanencia en un mundo lento, casi invariable, sin contrastes, ejerciendo la función de tubo. Se reirá sin inocencia de Heráclito: Todo se coagula, Todo es inercia, Siempre nos bañamos en la misma ciénaga. No hay movimiento, y sin movimiento no hay tiempo ni lenguaje, y tampoco, entonces, pensamiento (todavía). No hay vida, o está en parada casi cardíaca. Dios es una niña con raíces belgas. Es un algo lógico y consciente, un ser absoluto pero proyectado a un punto mínimo que no siente ni padece aunque, en último término, observe con condescendencia. Y cuando el placer del chocolate la haga vivir, nacer, todo se romperá. Resistencia a la resistencia. Vida estética. Ya hay un porqué, aunque vaya a acabar en la desesperación. 
Cambio de narrador. Pasamos del ella al Yo. Rebeldía, insolencia, porqués, explicaciones nuevas y seguras. Sumisión del mundo ante ella. Lenguaje de la niña como vehículo de todo el discurso interno de la novela. Construcción edificante e irónica. El tubo ha despertado, aunque siga siendo un tubo. Regreso al agua, a los orígenes, unos orígenes que acabarán así, en el punto cero, donde no pasa nada.

¿Y tú, qué crees? Eres un tubo procedente de otro tubo. Estos últimos tiempos has tenido la gloriosa sensación de evolucionar, de convertirte en materia pensante. Bagatelas. ¿Acaso la boca de las carpas te pondría tan enferma si no vieras en ellas un innoble reflejo de ti misma? Recuerda que eres tubo y en tubo te convertirás.

Bien. Puede que tenga sus fallas, que a veces haya un exceso de odio risueño, asumido y disparado, y ese sea el foco de interés, pero me parece que lo hace bien y que cumple su objetivo. Uno se lo pasa bien con estas cosas, aunque -y supongo que ahí radica lo interesante del asunto- la novelita consiga crispar algunos ánimos. Qué divertido.

2 comentarios:

  1. Siempre que sean esa clase de ánimos, seguro que a vos te anima xDD
    Suena como un libro con buenas excusas que uno puede tirar cuando quiere ser guacho. Me llama, lo voy a buscar.

    Besos ^_^

    ResponderEliminar
  2. Me anima considerablemente, ya sabes. Yo ya tengo más fichajes de esta mujer, no digo máh.
    Un besote.

    ResponderEliminar