Nick Belane, el mejor detective de Los Ángeles. O el mejor para (o de) Bukowski. Un personaje con una decencia malgastada que vive en una zozobra indigente pero consciente, y que encuentra en esa consciencia (responsable o no, qué más da) el sentido de ese absurdo; es un pesimismo optimista, va a decir Belane; un personaje al que se le cruzan los asuntos pendientes y rara vez acaba alguno, pero ahora se verá envuelto en una maraña demasiado vital, demasiado poco inocente.
Alguien que parece Céline merodea las librería investigando quién sabe qué, buscando primeras ediciones de Faulkner y fijándose en el Mientras agonizo (quizá curiosa comparación si se atiende a aquella polifonía de voces y al paseo muerto tan magistral de Faulkner). Pero si el tiempo ha hecho su trabajo, difícilmente ese tipo puede ser Louis Ferdinand Céline. Con todo, hay que darse prisa y desechar lo superfluo: una mujer que le sigue la pista acude al grasiento, tosco, desheredado de la tierra, Belane, que, además, tendrá que dar con el paradero del Gorrión Rojo, resolver el caso de Bass y su escurridiza mujer; lidiar con la muerte, con la Señora Muerte. Los asuntos se irán liando y Belane irá surcando la vida sin saber demasiado bien cómo lo hace, pero haciéndolo, persiguiendo una pulp fiction con ramalazos hilarantes y la huella del ácido y ebrio Bukowski en cada página; una persecución que se sostiene en algunas columnas huecas y se ríe y apunta, casi de refilón, a esa mala escritura a la que dedica la novela.
Ocurren cosas sin demasiado motivo e, incluso, sin que ese motivo de trasfondo sea demasiado importante, no tanto como el torrente que tenemos que se cierne sobre nosotros y del que tenemos que huir, aunque sea una huida hacia delante, algo suicida y con olor a whisky.
Un desaire disparatado que se apoya en la normalidad de la recepción de Belane o del propio Bukowski, en esa poco sorprendida recepción hacia quien le espera en su propia oficina. Una historia cortante con un pie en lo surrealista, con buen ritmo, con cierto atino y con la inevitable voz cascada del escritor. Con una certeza narrativa bien urdida y mejor ejecutada.
Está en mi lista de pendientes, pude acercarme a la obra de Bukowski a través de su última novela y coinciden muchos rasgos de su escritura desgastada con los que has citado aquí. La gente que conoce bien a Charles suele recomendar esa obra, espero en breve poder destriparla. Saludos!
ResponderEliminarSeguro que la disfrutas, está muy bien.
ResponderEliminarYa me contarás.
Más saludos.