domingo, 20 de octubre de 2013

«Tokio blues», de Haruki Murakami

                                           «Tokio blues», de Haruki Murakami



La historia gira en torno a Toru Watanabe, que recuerda, al bajar de un avión y a raíz de Norwegian Wood, sus años de estudiante en Tokio. Creo que eso es lo único claro que puede decirse de esta novela, relativamente. Y me explico. Hay un punto de subjetividad, de intervención del que lee. Ésta es una historia de amor, de muerte, de sexo, de viaje interior, de desengaño y de lucidez y descubrimiento. Uno podría decir que eso no es nada nuevo, y que hay muchas novelas así, y es cierto. Pero Murakami tiene sello propio. Está vacío sin estar vacío. Tiene esa narración embriagadora que envuelve a uno y ofrece la posibilidad, casi forzada, de que el lector tome parte activa en el asunto; al menos, para dar una interpretación o, mejor, significado propio a lo que lee. Es una novela que evoca.

Watanabe tendrá una especial amistad con Kizuki, y, también, con Naoko, la novia de éste. Kizuki morirá joven, a los diecisiete años, y nuestro protagonista empezará a salir (leve, tímidamente, con Naoko). Pero las cosas cambiarán no mucho más tarde. Watanabe está en una residencia de estudiantes y allí conoce a otra gente (no mucha, sólo algunas personas señaladas que le marcarán de algún modo) y conocerá a Midori y entablará una relación que irá en volandas en el transcurso de la historia.

Me parece que no me desvío mucho si digo que hay cierta similitud entre los personajes o grupos de personajes que se suceden. Es como si unos sustituyeran a otros, pareciéndose en algunas cosas y siendo completamente diferentes (o quizá estando en otra órbita) hasta que todo acabe. Hasta que Watanabe acabe sin acabar, como el estilo del propio Murakami. Lo bueno es que se hace palpable, cercana, que uno se familiariza con los personajes y las situaciones, e incluso se compadece de ellos en momentos clave, incluso cuando puede adivinarse la trama con éxito, sin que eso le reste poder.

Es bueno leer a Murakami, teniendo en cuenta aquello (ventaja o no, según cada cual) de que es de los autores que enganchan.

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