Y quién no conoce esta maravilla. Creo que es, de los cuentos infantiles, el más soñador, el más apasionante.
No sólo la figura de Peter ilumina el relato, sino que cada uno aporta algo, los identificamos con algún grácil resorte que nos lleva a recordar, o a sonreír de aquella manera al verlos hablar y reaccionar y mirar.
Podemos sentir cierta confrontación entre el orgullo y arrogancia del niño con sus virtudes mejor conservadas, el cariño con que Barrie lo retrata sin dejar de mostrar, por eso y hábilmente, la temeridad o arrojo inocente, despiadados, del espíritu del niño.
Si no has soñado con Nunca Jamás ni has observado a Wendy ni has luchado con Garfio ni te has burlado de los piratas siendo el más astuto, óyeme, no has sido niño; a tu espíritu le falta algo.
La imaginación vuela, y la imaginación no tiene límites si no queremos que los tenga.
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