miércoles, 1 de octubre de 2014

«Diario de un genio», de Salvador Dalí



Parece que el surrealismo sin confrontaciones pierde un poco su esencia, y lo mismo debe de pasarle sin un Dalí que dictamine con mano firme y extravagante y, claro, sin que termine enfrentado y fuera (expulsado) del movimiento, cosa que no influye demasiado en que Dalí siga siendo surrealista (el mejor, el auténtico, diría él, pero, además, un algo aparte y autónomo, sin necesidad de movimiento que le ampare para ser casi una institución en sí mismo) y que el surrealismo siga batallando. Diario de un genio, que abarca el lapso entre 1952 y 1964, es un diario pero no es un diario, o mejor, y para no dar rodeos, el diario de Dalí sin tapujos: unos apuntes exhibicionistas, teóricos, críticos, agudos, de una genialidad a la altura de su ego, que, con todo, parece no ser tal o al menos estar refugiado en una realidad poco cuestionable. Creo que el debate sobre la impostura queda aquí cortado de alguna forma. La frontera entre la total impostura o la completa autenticidad queda con Dalí tan difusa que uno prefiere dejar a un lado ciertas cuestiones, asumir otras y seguir adelante, contando con que probablemente nada se le restaría a Dalí si dijéramos que lo suyo es una completa actuación. Y qué.
Sea como sea, es admirable la mirada despierta y analítica que posee. Es como si posara su vista en elementos que otros, consciente o inconscientemente, evitan, y una vez dentro, lo deformara para extraer su esencia y sacara todos sus significados internos, a veces despreciados. Hablar de Dalí es como hablar de un genio que sabe que lo es y que basa gran parte de su vida en esa exposición, sin dejar de tener un talento abismal que hace el espectador no se atreva, o no del todo, supongo, a tacharlo de megalómano exacerbado.

Aquí parece que todo es un conjunto, normalmente el conjunto Dalí-Gala. Ideas e ideas e ideas, observaciones artísticas, técnicas, filosóficas y tantas otras —al fin, dalinianas— que van formando un continuum demoledor y perfilando y acercando la imagen de Dalí, que arrasa con ojos muy abiertos y que acapara sin remedio la atención. Es fantástico.

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