He hablado mucho, he hablado demasiado, sobre la poesía como brusco don del Espíritu, sobre el pensamiento como una actividad de la mente; he visto en Verlaine el ejemplo de puro poeta lírico; en Emerson, de poeta intelectual. Creo ahora que en todos los poetas que merecen ser releídos ambos elementos coexisten. ¿Cómo clasificar a Shakespeare o a Dante?
Cuaderno San Martín (1929) es un regreso a los orígenes, una toma de conciencia, un manifiesto de madurez. La presencia de la muerte, que hace al niño crecer, o a Borges. La muerte como el elemento que viene a dar el equilibrio necesario a la vida mediante el riesgo o la incertidumbre que supone, como si eso instara a tratar la muerte, a incorporarla a la vida, a hacerlas casi indistinguibles. Confluyen en muchos puntos. Aparecen o toman fuerza la noción del tiempo, lo efímero, la sensibilidad y el pensamiento, el viaje, el mundo, una actualización de la forma de hacer de poesía.
ISIDORO ACEVEDO
(...)
En metáfora de viaje me dijeron su muerte; no la creí.
Yo era chico, yo no sabía entonces de muerte, yo era inmortal;
yo lo busqué por muchos días por los cuartos sin luz.
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